La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios) se aprobó en diciembre de 2014 pero no se ha implementado en su totalidad. Los motivos del retraso pueden ser variados y seguramente polémicos.
¿Porque ha sido tan polémica y por qué no se ha implementado en su totalidad? son algunas de las principales preguntas que podemos hacernos
Una sociedad que produce enormes volúmenes de información presenta un problema sustantivo de comunicaciones, día a día asistimos a una selección de noticias que nos llegan por distintos medios y nos construyen una realidad aparentemente ‘hiperinformada”.
Los medios masivos de comunicación parecen jugar un papel más que decisivo en la construcción de esa realidad, que obviamente no es neutra ni podría serlo pero que tampoco es plural.
El “orden social”, la justicia, la cultura, la vida comercial y también la vida política están fuertemente condicionadas por el accionar de los medios de comunicación, pero la distribución de la propiedad de estos medios está regida por las mismas reglas distributivas que el resto de los activos sociales, los mismos son de patrimonio casi exclusivo de los estratos socioeconómicos dominantes.
La posición dominante de un pequeño grupo social en términos de comunicación parecería ser un elemento de alto riesgo para las democracias y la capacidad de influencia política que han logrado las empresas de comunicación han vuelto a las mismas un instrumento fundamental de la política.
La concentración de medios de producción y dentro de ellos la de medios de comunicación constituyen una característica del capitalismo del siglo XXI y la regulación de la actividad comunicativa una necesidad para las democracias.
Los estados carecen de instrumentos para salvaguardar el interés general ante la acción de los poderes fácticos cada vez más concentrados y omnipresentes.
La realidad parece correr más rápido que las legislaciones y mientras las sociedades intentan construir consensos complejos para regular la vida social, la concentración de activos de toda naturaleza influencia caóticamente y en función del interés económico a todos los poderes del Estado y condiciona en forma desmedida la construcción de opinión.
En medio de esta verdadera revolución de las comunicaciones que viene cambiando las relaciones sociales y comerciales del mundo entero algunas normas intentan regular ciertos excesos a los que lamentablemente buena parte de la población está medianamente acostumbrada y grandes bufetes de abogados intentan evitarlo sirviendo a los intereses de los más poderosos y en nombre de libertades que parecen estar en riesgo.
Esas libertades no son las de la mayoría de la población, ni las de los desposeídos ni las de las clases medias ni las de los productores o los trabajadores, son las libertades del capital concentrado de los medios de comunicación que pelea en todos los frentes por mantener el privilegio de poder inventar la realidad en la que debemos vivir día a día, producida cada día con más y más medios económicos y al servicio de la tasa de ganancia de los dueños de los propios medios de comunicación, que casualmente son también los dueños de muchos otros medios de producción.
Problematizar esta relación entre el capital y los medios de comunicación mientras vemos la película de la resistencia del poder establecido para no perder sus privilegios, minando las bases de la democracia y en nombre de la libertad puede ser una clase de política real en el contexto del capitalismo del siglo XXI que merece ser discutida y difundida
Para ello invitamos a conversar estos temas a Gustavo Gómez, Gabriel Mazzarovich y Victoria Alfaro, el viernes 6 de abril en La Casa del Vecino del Municipio B.