La motivación por hacer converger estas temáticas en un espacio de intercambio proviene de múltiples lugares. Por una parte conocer la distribución del ingreso y la riqueza es un valor en sí mismo dado que la sociedad continuamente interpela y se siente interpelada por asuntos de justicia distributiva, donde cada persona tiene un imaginario, a veces bien informado y a veces no, sobre cuál es su lugar en la fila de la distribución y en función de ello construye sus opiniones sobre la política y sobre los problemas sociales. Decimos a menudo que somos una sociedad de clase media porque nos consideramos relativamente iguales, creemos que vivimos en una sociedad donde la distancia entre los que les va bien y los que les va mal no es demasiada, … o más bien queremos que no sea demasiada, que sea tolerable, que sea razonable.
También queremos creer que a la gente que le ha ido bien es por un gran mérito personal y que su esfuerzo en el trabajo explica en buena medida los resultados de la distribución del ingreso y la riqueza. Sin embargo ignoramos profundamente cómo se distribuye la riqueza, qué capacidad tiene la propia riqueza de generar ingresos y qué papel juega la posición social heredada en el destino de las actuales y futuras generaciones.
Por últimos creemos que el trabajo es un derechos para que las personas puedan acceder a un lugar en la sociedad y hacerse de los ingresos necesarios para vivir pero no tenemos tan claro si eso es verdad o es tan sólo una ilusión.
En nuestro país hay decenas de miles de personas que no tienen trabajo y no lo tendrán a corto plazo por más que lo busquen. También hay muchas personas que consideran que los trabajos que pueden encontrar no son de una calidad razonable para ellos. Esa situación hace que en el mundo del trabajo haya ganadores y perdedores, y estos últimos son a los ojos de mucha gente responsables de su propia situación.
Aquellas personas que logran acceder a un empleo formal además presentan una ventaja sustantiva respecto a quienes viven en la informalidad, y estos últimos no son pocos. Los trabajadores formales a diferencia de los otros se encuentran protegidos por una amplia legislación que cubre desde los asuntos relativos a la seguridad social en la vejez, el seguro de paro, un seguro de salud diferencial, licencias por enfermedad, salarios vacacionales, etc. y gozan además de mecanismos de negociación salarial que les permiten negociar condiciones de trabajo mucho mejores que quienes no las tienen.
Los trabajadores informales, que son mayoría en los estratos bajos, sólo logran prestaciones sociales no contributivas, las cuales son menos y de menor calidad. La estructura de la protección social entonces reproduce en cierta medida las desigualdades provenientes del mercado de trabajo profundizando la primera desigualdad
Estos temas y algunos otros estarán presentes en este encuentro y continuarán en otros posteriores, los cuales se irán organizando en arreglo a las temáticas que más interés generen.
Nos vemos!!!