- Intervención de Ximena Baráibar.
- Intervención de Andrea Vigorito.
- Intervención de Bruno Giometti.
- Intervención de César Failache.
- Intervención de Andrés Dean.
- Vídeo difusión para redes sociales.
- Extractos seleccionados de la charla.
- Charla completa.
La motivación para hacer converger estas temáticas en un espacio de intercambio de múltiples lugares. Por una parte conocer la distribución del ingreso y la riqueza es un valor en sí mismo dado que la sociedad continuamente interpela y se siente interpelada por asuntos de justicia distributiva, donde cada persona tiene un imaginario, a veces bien informado ya veces no, sobre cuál es su lugar en la fila de la distribución y en función de eso construye sus opiniones sobre la política y sobre los problemas sociales. Decimos a menudo que somos una sociedad de clase media porque nos consideramos relativamente iguales, creemos que vivimos en una sociedad donde la distancia entre los que están bien y los que no están más que demasiados, … o más bien queremos que no sea demasiada , que sea tolerable, que sea razonable.
También quiere creer que a la gente le ha ido bien por su gran trabajo personal y que su esfuerzo en el trabajo explica en buena medida los resultados de la distribución del ingreso y la riqueza. Sin embargo, ignora profundamente cómo se distribuye la riqueza, qué capacidad tiene la propia riqueza de los ingresos y qué papel juega la posición social heredada en el destino de las actuales y futuras generaciones.
Por eso creemos que es el derecho a que las personas puedan acceder a un lugar en la sociedad y hacer que los ingresos sean necesarios para vivir pero no tenemos el más claro si es verdad o es tan solo una ilusión.
En nuestro país hay decenas de kilómetros de personas que no tienen trabajo y no tienen un tiempo corto para más que lo buscan. También hay muchas personas que consideran los trabajos que pueden encontrar un hijo de una calidad razonable para ellos. Esa situación hace que el mundo del trabajo haya ganadores y perdedores, y estos últimos son los ojos de mucha gente responsable de su propia situación.
Aquellas personas que logran acceder a un empleo formal además presentan una ventaja sustantiva respecto a quienes viven en la informalidad, y estos últimos no son pocos. Los trabajadores formales a diferencia de los otros se encuentran protegidos por una amplia legislación que cubre desde los asuntos relativos a la seguridad social en la vejez, el seguro de paro, un seguro de salud diferencial, licencias por enfermedad, salarios vacacionales, etc. y gozan además de mecanismos de negociación salarial que les permiten negociar condiciones de trabajo mucho mejores que quienes no las tienen.
Los trabajadores informales, que son mayoría en niveles bajos, solo en lo que se refiere a las prestaciones sociales no contributivas, en las categorías inferiores y de menor calidad. La estructura de la protección social entonces reproduce en cierta medida las desigualdades provenientes del mercado de trabajo profundizando la primera desigualdad.